La
relación del Makoki con el deporte nunca ha sido fácil, pero lo que no se puede
negar es que siempre ha sido intenso. Como el amor no correspondido los
rojinegros almacenan más calabazas que conquistas, pero el éxito no solo
consiste en llegar al final primero, y eso es algo que gracias a Dios en este
garito se ha entendido desde muy pronto.
En
nuestro garito somos plenamente
conscientes de que fue antes el huevo que la gallina, y ese huevo
reventó literalmente en la por aquel entonces conocida Calle III de la Serna
(hoy, Calle Juan de Juni), y sus trazas aún pueden verse en el asfalto de la
calle, aunque los más empiristas dirán que esto no es más que leyenda, que la
realidad es que Jesús “el Huevo” vomitó allí durante su más tierna infancia. En
cualquier caso, de ese huevo u otro huevo, brotó esa pasión no correspondida
del Makoki por el deporte.
Aquellos
partidos a muerte entre la Serna Este y la Serna Oeste, con gran superioridad
de esta última gracias a los suplementos de agua con bicarbonato, zumo de limón
y whiskey escocés del padre del Otero, partidos que, habitualmente, se veían
interrumpidos por la fidelidad de los del Este a Médico de Familia. Por aquel
entonces, ni el tabaco ni el alcohol ni las horas intempestivas habían truncado
la proyección deportiva de aquel puñado de chavales.
Años más tarde, comenzó el peregrinaje por los nombres más carismáticos del panorama comarcal, como “la Serna Barboobs” o “Yo y los míos”. Lamentablemente estos no trasladaron a la pista el ingenio de sus autores. No todo ha sido fracaso en el Makoki, no se pueden olvidar los títulos logrados en los habituales torneos de la serna, en donde la natación y el ciclismo eran cotos privados de los hermanos de Blas, o donde Eduardo y Roberto llegaron lejos raqueta en mano. Tras ellos vinieron participaciones relativamente exitosas en carreras populares que resultaron la antesala de la primera y polémica participación del garito bajo la denominación Makoki.
Ésta
se produjo en un torneo de peñas del Burgo de Osma. Ni cortos ni perezosos, los
miembros del garito aceptaron la petición de participar en el cuadro del
torneo, tanto de fútbol sala, como de baloncesto, donde, a pesar de su no
precisamente impresionante envergadura media, el Makoki ponía todas sus
esperanzas.
Días
antes del comienzo del torneo, echando unas cañitas preparatorias en el Susan,
los rojinegros pudieron observar que habían colocado el cuadro de eliminatorias
en el tablón, y que junto al nombre del Makoki existía un asterisco, que lo
señalaba como extraño, como diferente.. En el se refería a una nota a pie de
página donde ponía “para rellenar el cuadro”. Este comportamiento excluyente,
muy probablemente inspirado en la colocación de brazaletes con la estrella de
David, inspiró sentimientos encontrados, sentimientos que han quedado
reflejados para la posteridad en el himno del Makoki.
El
torneo de fútbol resultó un chasco, éramos a esos torneos lo que la selección
española del siglo XX a los mundiales, un buen equipo con alguna buena
individualidad, pero que acumulaba fracaso tras fracaso.
En
el torneo de baloncesto, un apasionante y caliente derbi contra el Correcaminos
significaba el escollo para acceder a la final. Tras un partido que tuvo de
todo, la defensa en zona del correcaminos, el clinic de basket fallido del
Pechugas y el interés del único jugador de dos metros del torneo de tirar
triples, ahogaron las opciones rossoneras, espinita que aún hoy en día sigue
vigente.
Pero
todo lo que no se ganó durante estos años en las pistas, se recuperó con creces
con nocturnidad y alevosía. ¡Cómo olvidar aquellas Olimpiadas de Garitos en
donde el Makoki arrasó contra pronostico! Aquella noche el Makoki presentó un
equipo de relevos de ensueño, que ni Jamaica podrá juntar nunca sobre un tartán.
Jauma HP , vete a la Serna Este
ResponderEliminarMecagüennnnn
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