Corría el año 2000, y en la
plaza del Rastro del Burgo de Osma, encontramos un puñado de supervivientes a
por el entonces tan temido efecto dos mil (que, circunstancias de la vida, a algunos con el tiempo nos acabó
atrapando, aunque ahora este tema no nos atañe). Yo contaba con trece años,
estaba despertando a la vida burgense, al mañaneo, a tener la entidad
suficiente a ojos de mi padre para poder ir a pagar los torreznos que yo cada
mañana combinaba con un mosto o una Coca-Cola. El Machote todavía era el
Machote, y mis amigos de la Serna, en especial un tal Jaume y su inseparable
bici amarilla me habían convencido para apuntarme en la Peña el Contraste, que
aquel año acabó por convirtiéndose en la peña de moda.
Un carro de la peña cargado de
bebidas fue la excusa aquella mañana para decir a mis padres que me marchaba
con mis amigos hasta la hora de comer. Aún recuerdo lo mal que me supo aquella
cerveza de marca blanca que me paso uno de mis amigos. La verdad, que ya alguna
vez había probado algún que otro sorbo, pero en aquel momento me costó entender
que veía la gente en aquellas latas de cerveza, al solarro, pero quizá por ser
un recuerdo tan nítido, constituye para mí el inicio de “mi makoki”.
Significaba dejar atrás los “experimentos“ e I+D en electrodomésticos obsoletos
en la caseta que cada verano remodelábamos en La Serna, los campos de
concentración de lagartijas que a más de uno buenas pesadillas debería haber
traido, las excursiones en bici hasta Sotos del Burgo para que nos dieran
plantón o los partidos de futbol en medio de la carretera cuyo final marcaba
Medico de Familia para el equipo de La Serna Occidental. Por aquel entonces nuestro radio de acción
había dejado de limitarse a La Serna y yo empecé a conocer a los compañeros de
clase de mis amigos, de los cuales tantas y tan intrépidas historias
mitológicas escuché.
Aquella cerveza sin tutela, que
hubo que terminarla con limón dando lugar a mi primera clara, supuso el
espermatozoide de la realidad que hoy es el Makoki. Como escribió Machado, el
camino se hace al andar, y ese fue el primer paso de los muchos que han
supuesto y, espero, supondrán, nuestro camino rojinegro.
Cuyo final marcaba Médico de Familia... jajajaja. Muy buen texto! Yo alguna vez lo he pensado y es cierto, en cuestión de un año pasamos de no salir de la Serna (a mi me pasaba aunque era de la tribu contraria a la vuestra) a no entrar en la Serna... Como dices todo esto fué el principio de una de las mejores historias jamás contadas
ResponderEliminarMuerte al desertor de la bicicleta amarilla......!!!
ResponderEliminarJajajajaja Qué eres amiguito de los de Madrid?
EliminarNo Jaume, el amiguito eras tu, eso que no se te olvide.. (Lo mismo todos estos años has sido un topo)
EliminarEmperador Austrohúngaro, el conflicto de los Balcanes no esta resuelto todavía, quedamos el sabado y lo resolvemos, yo llevo el vodka y tu el medueleelcorazóndequerertetanto, y de paso me traes un abrigo de Praga... :)
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